domingo, julio 30, 2006
De qué se reirán estas dos personas?
Escalada militar en Oriente Próximo
Más de 50 muertos, en su mayoría mujeres y niños, en un ataque israelí en Qana
El Ejército de Israel bombardea un edificio de tres plantas ocupado por un centenar de personas
(El Páis, domingo, 30 de julio de 2006)
jueves, julio 27, 2006
Comprender
Comprender es necesidad.
Endemoniado espíritu de inquietud.
Llamada a la que acudimos, a veces sin querer.
Es búsqueda infinita que buena práctica resulta y ha cuya tarea entregadas o entregados, nos pasamos –también a veces- tiempo.
Comprender hacia afuera y hacia adentro.
A través de los demás y de las cosas.
A pesar de los demás y de las cosas.
Comprender para seguir sin saber nada.
martes, julio 25, 2006
La orilla es frontera
La orilla es frontera, y más allá de ella, superada las rompientes; el mundo se vive mejor si tienes branquias, escamas, un par de aletas en el dorso, una caudal y… ganas de vivir o instinto, que más o menos lo mismo debe ser.
Pero ese mundo es un paréntesis entre dos tierras. Siempre sucede así. Más allá del mundo de los peces se vuelve a ver la tierra. Otra tierra. Aunque la misma Tierra. Y sobre esa tierra, casi siempre, hay gente. Unas veces, mucha gente. Otras… menos o casi nadie.
Y uno o tú, si quieres y estas en una orilla; puede hacerse preguntas. ¿Qué harán? ¿Qué pensarán? ¿Se imaginarán que imaginando estoy...? Mientras; las olas siguen rompiendo. No sabes si respondiendo o a sus cosas dedicadas. Pero siguen rompiendo. Sin preocupación. Con especialización. Como si nada de este mundo con ellas tuviera que ver. Ensimismadas. Impotentes para hacer otra cosa. Salvo volver al centro del mar –si es que pueden y tal hay- y otra vez iniciar el camino a toda costa a una costa; a cualquiera de ellas.
También los inmigrantes desde África. Imaginada negra a fuerza de oírlo. En pequeña barca -por eso barquilla-. A otra tierra se mueven “por sobre el mar”. Achicando agua y vómito. Para no hundirse. Porque de ese mundo no son y les conviene poco. Presurosos. Aunque en el motor nada puedan hacer para volar como lo hace el agua, cuando le da la gana y rompe contra la barca que, por ser pequeña, es barquilla y también puede, por mareo, creerse ola y… ¡Dios nos libre!
Olas y gentes. En un endiablado espacio grande y pequeño a la vez. Húmedo y frío. Oscuro por necesidad. Frontera siempre. Natural unas veces. Infranqueable frontera de la diferencia… las más. Porque la gente, y las olas, son diferentes. Entre si y las unas de las otras. Pero al contrario –pienso- que las olas. Las gentes parecen que encuentran en la diferencia un motivo de atención (¡las olas son tan poco atentas!) Y de esa atención terminan por crear tensión que, también como ola, se rompe en la cara de quien llega a la playa, en barquilla, “por sobre las olas del mar”; desorientado.
Pero ese mundo es un paréntesis entre dos tierras. Siempre sucede así. Más allá del mundo de los peces se vuelve a ver la tierra. Otra tierra. Aunque la misma Tierra. Y sobre esa tierra, casi siempre, hay gente. Unas veces, mucha gente. Otras… menos o casi nadie.
Y uno o tú, si quieres y estas en una orilla; puede hacerse preguntas. ¿Qué harán? ¿Qué pensarán? ¿Se imaginarán que imaginando estoy...? Mientras; las olas siguen rompiendo. No sabes si respondiendo o a sus cosas dedicadas. Pero siguen rompiendo. Sin preocupación. Con especialización. Como si nada de este mundo con ellas tuviera que ver. Ensimismadas. Impotentes para hacer otra cosa. Salvo volver al centro del mar –si es que pueden y tal hay- y otra vez iniciar el camino a toda costa a una costa; a cualquiera de ellas.
También los inmigrantes desde África. Imaginada negra a fuerza de oírlo. En pequeña barca -por eso barquilla-. A otra tierra se mueven “por sobre el mar”. Achicando agua y vómito. Para no hundirse. Porque de ese mundo no son y les conviene poco. Presurosos. Aunque en el motor nada puedan hacer para volar como lo hace el agua, cuando le da la gana y rompe contra la barca que, por ser pequeña, es barquilla y también puede, por mareo, creerse ola y… ¡Dios nos libre!
Olas y gentes. En un endiablado espacio grande y pequeño a la vez. Húmedo y frío. Oscuro por necesidad. Frontera siempre. Natural unas veces. Infranqueable frontera de la diferencia… las más. Porque la gente, y las olas, son diferentes. Entre si y las unas de las otras. Pero al contrario –pienso- que las olas. Las gentes parecen que encuentran en la diferencia un motivo de atención (¡las olas son tan poco atentas!) Y de esa atención terminan por crear tensión que, también como ola, se rompe en la cara de quien llega a la playa, en barquilla, “por sobre las olas del mar”; desorientado.
domingo, julio 23, 2006
Oriente Medio
Esta es la primera entrada que hago al blog y no puedo, en conciencia, dejar pasar el momento sin expresar la consternación y hasta la rabia, por impotencia y sentido de la injusticia, que siento consecuencia del conflicto sobre Palestina.
La foto está en Flickr y fue subida por alguien que firma como savepalestine. Corresponde, ya ven, a dos soldados del ejército de Israel que oran frente a un artefacto de guerra, en estos días crueles en que inocentes mueren por decenas cada jornada en el Líbano masacrado y aplastado hasta la destrucción total por ellos mismos, que orando... no sé si saben lo que hacen.
La guerra es un medio antiguo de resolver conflictos y escribir sobre pacifismo no es tarea fácil si aquello que se busca es de verdad superar la guerra como medio. Porque los intereses son muchos y diversos, y desde luego contrapuestos. Por eso, no voy hoy a seguir diciendo sobre esto más cosas, para no caer en la retórica fácil, aunque emocionada y profunda, del pacifismo y la no violencia. Pero sí diré algo más... Israel se equivoca y también se equivoca quien apoya sus acciones desproporcionadas que sin piedad ciega vidas de civiles inocentes.
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