martes, julio 25, 2006

La orilla es frontera


La orilla es frontera, y más allá de ella, superada las rompientes; el mundo se vive mejor si tienes branquias, escamas, un par de aletas en el dorso, una caudal y… ganas de vivir o instinto, que más o menos lo mismo debe ser.

Pero ese mundo es un paréntesis entre dos tierras. Siempre sucede así. Más allá del mundo de los peces se vuelve a ver la tierra. Otra tierra. Aunque la misma Tierra. Y sobre esa tierra, casi siempre, hay gente. Unas veces, mucha gente. Otras… menos o casi nadie.

Y uno o tú, si quieres y estas en una orilla; puede hacerse preguntas. ¿Qué harán? ¿Qué pensarán? ¿Se imaginarán que imaginando estoy...? Mientras; las olas siguen rompiendo. No sabes si respondiendo o a sus cosas dedicadas. Pero siguen rompiendo. Sin preocupación. Con especialización. Como si nada de este mundo con ellas tuviera que ver. Ensimismadas. Impotentes para hacer otra cosa. Salvo volver al centro del mar –si es que pueden y tal hay- y otra vez iniciar el camino a toda costa a una costa; a cualquiera de ellas.

También los inmigrantes desde África. Imaginada negra a fuerza de oírlo. En pequeña barca -por eso barquilla-. A otra tierra se mueven “por sobre el mar”. Achicando agua y vómito. Para no hundirse. Porque de ese mundo no son y les conviene poco. Presurosos. Aunque en el motor nada puedan hacer para volar como lo hace el agua, cuando le da la gana y rompe contra la barca que, por ser pequeña, es barquilla y también puede, por mareo, creerse ola y… ¡Dios nos libre!

Olas y gentes. En un endiablado espacio grande y pequeño a la vez. Húmedo y frío. Oscuro por necesidad. Frontera siempre. Natural unas veces. Infranqueable frontera de la diferencia… las más. Porque la gente, y las olas, son diferentes. Entre si y las unas de las otras. Pero al contrario –pienso- que las olas. Las gentes parecen que encuentran en la diferencia un motivo de atención (¡las olas son tan poco atentas!) Y de esa atención terminan por crear tensión que, también como ola, se rompe en la cara de quien llega a la playa, en barquilla, “por sobre las olas del mar”; desorientado.

1 comentario:

Tabona dijo...

Felicidades por la bitácora, si no te importa, añadiré un enlace en mi bitácora sobre este poetico post.

Saludos desde la isla hermana