sábado, mayo 15, 2010

Silencios imposibles... salvo en los cementerios.

Días pasado escuche al presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Dívar, atribuir los según él "momentos convulsos o revueltos" en la justicia, a "elementos exteriores" que tratan de "perturbar el sosiego" del máximo órgano de gobierno de los jueces... Todo esto en referencia al caso del juez Baltasar Garzón. Y aseguró que los miembros del Consejo están "tranquilos" y "trabajando en paz".

Aquí, soporte de las declaraciones.


Me alegra saber que las personas que constituyen ahora el CGPJ trabajan con tranquilidad y en paz. De hecho no existe motivo alguno para que no sea así. Digo motivo público, de interés general. Supongo que todas ellas (las personas componentes) son suficientemente maduras y responsables como para saber diferenciar entre lo particular y los asuntos profesionales o de trabajo. Siendo así que los motivos privados que puedan llamar al desasosiego, generalizados por existencia misma y que afectan a todo ser humano aunque pretenda evitarlos, en ningún caso interfieran...

Pero no es lo llamativo, en mi opinión, esa aseveración obvia del señor Dívar... Lo llamativo es que denomine "elementos exteriores", a la ciudadanía... a la sociedad ocupada en el caso del señor Garzón. Opinando como yo, que la Justicia en este asunto, está contrayéndose hacia la injusticia y la negación del derecho de las familias de victimas de la dictadura del general Franco.

Injusticia por partida doble. Porque si injusto es no prestar atención a los restos y la memoria (esencia de la Historia) de las personas asesinadas y el derecho a saber de sus familiares. Injusto es castigar al juez cuya acción ha consistido esencialmente en activar mecanismos jurídicos con base en acuerdos y jurisprudencia internacionales, respecto de casos similares, con el fin último de garantizar a quienes victimas y quienes familiares de ellas aquel derecho y la memoria, dignificando.

La opinión pública no perturba el sosiego de ningún órgano del Estado. La opinión pública representa el sentir y el pensar de la ciudadanía, en quien reside la soberanía de la que emanan los poderes del Estado, y esto está muy mal que lo olvide Dívar o quien sea... El resto Representa, no siempre bien, como es sabido. Ni siquiera medianamente... En ocasiones lo hacen tan mal que confunden respeto con silenciamiento... Claro está, no es lo mismo.

Los momentos "convulsos o revueltos" son tan naturales que cuando se los niega o, peor aún se los considera abominables... me escalofría. Esa posición intelectual adolece de realismo. Niega la complejidad de la sociedad o pretende estancarla, no gobernando, sino imponiendo... una falacia.



la imagen la he tomado del blog de Maria Seco

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