Joseph Ratzinger, El Pontífice, ha escrito un libro. Yo, desde ahora, anuncio que no pienso leerlo.
El libro tiene por título ‘Jesús de Nazaret’. La noticia es de El País.
Dicen que dice que presenta –Ratzinger- a un Jesús “real, el histórico”, en contraposición con otro –imaginario, supongo- reformista o revolucionario, que encontró –como si no fuera natural- el amor carnal –que por lo visto no es hermoso, bueno y saludable cuando se experimenta de manera libre y sin sojuzgar-
Se escribe más adelante en la noticia que Ratzinger dice que no se trata –con el libro- de un acto de magisterio y que por ello, cualquiera le puede contradecir. Está bien, así me quedo yo tranquilo y publico este post sin mala conciencia por contravenir, en y con opinión, el magisterio de él –Ratzinger- el cual, por cierto, no reconozco.
Parece que Ratzinger, El Pontífice, analizando en el libro la vida de Jesús, llega a nuestros días, y entra a opinar sobre las ayudas al desarrollo que prestan –si no devuelven- los países occidentales –más bien del norte- a los países que las necesitan –por abusos, fundamentalmente-
Dice El País que dice Ratzinger que las ayudas “basadas en principios puramente técnicos-materiales, no sólo han dejado a un lado a Dios sino que también han alejado a los hombres de él con el orgullo de la pedantería”
Empiezo por el final. Me sorprende el uso que hace Ratzinger del adjetivo pedante cuando escribe sobre la ayuda al desarrollo. Por tal motivo voy a la RAE –virtualmente- y leo que tal cosa se dice de una persona: Engreída, que hace alarde de erudición, téngala o no en realidad. Y leo también que –ya en desuso- era pedante el maestro que enseñaba gramática a las criaturas, yendo a las casas. Así es que me quedo igual, no veo la relación entre la ayuda y lo pedante, aunque igual empiezo a verla entre escribir libros por necesidades del marketing y no tener nada que decir.
Para terminar, termino escribiendo que pienso que Ratzinger haría bien si escribiese un libro –o los que quiera- sobre la ayuda al desarrollo, y sus efectos, prestada por los curas católicos belgas en el Congo, en el siglo pasado. O la que devino de la posición que los católicos tuvieron y mantuvieron cuando de trata o comercio con esclavos se trató.
la foto es de jonRo
2 comentarios:
No hace falta irse a los curas belgas del Congo hace tantos años. Lo que podría hacer es un libro objetivo contando a sus fieles católicos lo que hoy hacen sus curas y monjas de infantería que se dejan la piel en África y América repartiendo condones para que no se transmita el SIDA, vendiendo los pocos enseres de sus iglesias... Igualico que hace Su Santidad el Papico.
domingo 30 de septiembre de 2007
PARAGUAY: Oposición vs. Ratzinger
El PRECIADO FLORERO Y JOSEPH RATZINGER
(Luis Agüero Wagner)
Uno de los claroscuros más marcados de los últimos tiempos se viene observando entre ciertos protagonistas de los recientes sucesos políticos paraguayos, donde interactúan abigarradamente laicos y laicas, teólogos y teólogas, políticos y políticas, sacerdotes y pastores de distintas tendencias políticas y de diferentes iglesias cristianas, en un clima ecuménico del más absoluto caos.
Por un lado la Iglesia Católica Apostólica y Romana, organización jerarquizada, verticalista, con la obediencia ciega como mandamiento y el dogma de fe por bandera, contrasta con la conducta anárquica de los exponentes la alianza luguista, aunque éstos hayan sido bastante hábiles para maquillar la incoherencia de aprovechar el aura mística de la sotana y simultáneamente echar pestes y culebras contra el Vaticano y su malhadado Derecho Canónico.
También nuestros patriotas de utilería han sido oportunistas al valerse de una interna entre una secta menonita y la santa madre de Roma, una más de las que se iniciaron casi inmediatamente después que al Altísimo se le ocurrió enviar a su hijo a redimirnos, originando una serie de conflictos que ahora han incursionado en el proceso electoral paraguayo y que difícilmente podrá solucionarlos enviando algún nuevo emisario, por lo que si a alguien necesitaremos será sin lugar a dudas a Él en persona. Más aún si consideramos que vivimos en un país donde las lenguas de fuego del espíritu santo en lugar de iluminar a nuestros líderes naturales, terminaron originando los incendios de nuestros bosques.
Podríamos decir que la duda existencial que hoy nos aqueja empezó cuando Fernando Lugo de motu propio recibió sus votos perpetuos en 1975 y juró obediencia a los herederos de los apóstoles, cuyo único líder es el papa de Roma, declarado dictador perpetuo indiscutible e infalible por la propia ley vaticana. Esa es la esencia, el meollo del asunto. Fernando Lugo puede estar molesto con el Papa porque lo jubiló tempranamente convirtiéndolo en emérito, pero en su institución la disidencia no está permitida. En otros tiempos se pagaba con la muerte en la hoguera y para colmo, en el presente gobiernan nostálgicos de aquellos métodos.
Hoy más que ayer, se acabó el café con leche y se han cerrado las válvulas renovadoras que abrieron los pusilánimes legionarios del Concilio Vaticano II.
Al frente del cotarro vaticano está quien antes de convertirse, hace dos años, en Benedicto XVI era, como cardenal Joseph Ratzinger, el temible cancerbero de la ortodoxia como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el viejo Santo Oficio de la Inquisición que carbonizó a Giordano Bruno. Este fantasmal prusiano con más aire marcial que Stroessner, ex militante de las juventudes hitlerianas que encarna un «catolicismo fosilizado» se muestra resuelto a liquidar la apertura que emprendieron sus antecesores limpiando las liberalidades y desviacionismos como la Teología de la Liberación. Al margen de esto, pienso que si Fernando Lugo no estaba de acuerdo con una Iglesia que, según dicen piensa él, es de los ricos y para los poderosos, no necesitaba irse al otro extremo e ingresar a un culto satánico como el que practica la gente que hoy lo ha cercado. Podría simplemente clavar la orden de cierre en la puerta de su capilla y partir para una nueva Iglesia de los pobres y de los excluidos sociales.
Ya tiene audiencia, seguidores, la atención de la prensa, el apoyo de políticos, del complejo IAF NED USAID, algunos famosos y posiblemente consiga hasta créditos del BID. La telepredicación, el sermón por internet y la iglesia electrónica en los tiempos actuales obran milagros. Otros grupos cristianos del rebaño de los llamados evangélicos lo han demostrado en decenas de credos rivales entre sí, todos a su vez desgajados en el curso de la historia de la Iglesia católica tradicional y oficial, y hoy tan enfrentados con ella que nos terminaron metiendo en la actual parafernalia proselitista. Pero no, prefiere renegar de su condición de obispo (después de todo, ya lo habían jubilado, que eso significa emérito, aunque suene un poco mejor) pero no perder las ventajas que a su imagen le trae el haber vestido sotana ante la gente de un pueblo ignorante y supersticioso. Por supuesto que no acepta convertirse en apóstata, único medio coherente de liberarse de la dictadura vaticana. ¿Qué tendrá esa Iglesia que le es tan difícil aceptar la salida de los disidentes y porqué le cuesta tanto a sus disidentes abandonarla, inclusive a los que pretenden ingresar al territorio demoníaco de la política nativa arrojando la sotana?
Exponentes de la teología de la Liberación como el cura peruano Gustavo Gutiérrez, fueron forzados por la jerarquía a una retractación y a publicar la misma en el diario limeño «La República». El nicaragüense Ernesto Cardenal, hincado de rodillas en el aeropuerto de Managua, tuvo que escuchar la reprimenda que en 1983 le dio el papa Juan Pablo II. El brasileño Leonardo Boff debió guardar un sepulcral silencio en forma de sumisión cuando el cardenal Ratzinger le enseñó amenazante en Roma la mazmorra donde tuvieron a Galileo por afirmar que la tierra se mueve, antes de colgar los hábitos en 1991. El castigado teólogo vasco-salvadoreño Jon Sobrino a pesar de residir en el país donde Arnulfo Romero fue asesinado en un altar mientras celebraba misa, sigue firme en las filas de Benedicto XVI.
Todos estos antecedentes nos llevan a presumir que difícilmente nuestro único líder Lugo sea una excepción, por más desesperante carencia de candidato potable que aqueje a quienes se disputan con sospechoso entusiasmo el más preciado florero. LUIS AGÜERO WAGNER.
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