jueves, abril 05, 2007

Una semana más



No es fácil para un laico vivir tanta liturgia, no lo es. Repele.


Por qué no celebran sus ritos los católicos en espacios privados y por qué todos los medios de comunicación e incluso instituciones o institutos públicos participan, alientan, fomentan y respaldan tales escenificaciones de dolor y tortura. Esas y otras preguntas me hago un año más. Y no encuentro respuesta que sea convincente para una mente y un sentir laico.


No vivimos en una sociedad laica, no al menos en una sociedad que fundamente su convivencia en una Constitución estrictamente laica. La española de 1978 (Constitución Española) cuando trata de los derechos fundamentales y las libertadas públicas (Artículo 16 – Capítulo II del título I) dice, sí, que ninguna confesión tendrá carácter estatal, pero… dice también que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española -no dice cómo, claro- y por tanto mantendrá las consiguientes (como si fuera inevitable) relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. No hay laicismo cuando los poderes públicos se constituyen sobre la idea de ser garantes, no ya del derecho a tener, o no, creencias religiosas, sino de las creencias religiosas mismas y, de manera especial, con nombre propio, la Católica.


Ser católica o católico, o cualquier otra cosa filosófica y religiosa que se quiera ser, está bien siempre que no se cause perjuicio o se atente contra especiales protecciones jurídicas como la condición infantil. Con esos asunto allá cada uno y Dios –en su caso-


Esa no es la cuestión.


La cuestión es que una organización compleja, nada democrática, históricamente caracterizada como enemiga de la libertad de pensamiento, torturadora hasta no hace tanto tiempo, tradicionalmente aferrada al poder incluso cuando éste es déspota y cruel -la Iglesia Católica- aprovecha estos días para hacerse omnipresente abrumando mentes con mensajes, ritos y simbología; entremezclado todo, tendente todo a recordar supuestos hechos personales de un ser humano, al que creen familiar directo de Dios –si fuera o fuese- y, de paso, prácticas de tortura y ejecución usadas por Roma (el Imperio).


La cuestión es que con dinero público y con el apoyo del Estado (en las procesiones es común la participación de personas en su condición de representantes o empleados públicos) la Iglesia Católica hace proselitismo y alarde. Y el Estado debe estar para otras cosas. Por ejemplo para fomentar el estudio de la filosofía y el de la historia y el de la antropología y… todo aquello que implica conocimientos ciertos que nos permite explicar las cosas y, de paso, a nosotros mismos.


El Estado haría bien facilitando el libre pensamiento y poniendo lo imaginario, lo fantástico, lo quimérico o lo legendario en su sitio, estimulando y apoyando, por ejemplo, la creación literaria, la pictórica, la cinematográfica...


Y los empleados públicos o los representantes si acuden o participan en “actos de fe” se entiende que deberían hacerlo, en cualquier caso a título personal, siendo así que, por ejemplo el Ejército o la Policía nada haga detrás o delante de una “imagen” católica, desfilando como usan y uniformados de “gala” o que uno u otro alcalde y concejales o cualquier otro representante participen de tales escenificaciones.




la foto es de iedyweb

3 comentarios:

Pejeverde dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, y además está el coñazo tan grande que dan, los cortes de tráfico, el ruido, mucho ruido, entre las campanas tolon tolon, y los tambores en las procesiones, uno acaba un poco harto.

Estaría gracioso saber qué le dirían, a los hari krishna, si solicitaran que cortaran el tráfico una semana y estuvieran calle arriba, calle abajo, dandole a las campanitas y repartiendo flores.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Estaría bien ver las procesiones de Sevilla (que tanto dan por el culo en la televisión) en el estadio de la Cartuja. El público en las gradas y los procesionarios dando la vuelta por la pista de atletismo y los que cantan las saetas encima de las porterías; pagaría por verlo.

Ylka Tapia (Malalua) dijo...

Está clarísimo la tremenda falta de concordancia entre lo que dicta la Constitución y lo que se vive a pie de calle... una incongruencia más...

por cierto, gracias por pasarte por mi blog.

Un beso :)